¿Por qué hacemos lo que hacemos? Las conductas aversivas
Si bien solemos juzgar las conductas de los demás en función de lo que podemos observar, buscando una respuesta al ¨¿por qué alguien hace algo?¨ Puede resultar más interesante encontrar una respuesta al ¨para qué¨ de tal conducta, puesto que nos dará información más útil.
La finalidad de las conductas
Una misma conducta puede servir a diferentes fines. Por ejemplo, una persona que practica deporte cada día, puede que realice dicha actividad física porque la disfruta, porque la salud representa un valor importante en su vida o, por el contrario, puede tener la función de evitar sentirse mal por ser una persona sedentaria, poco productiva, etc.
Esta función no la podemos saber desde la simple observación externa, ya que depende de factores intrínsecos a la persona.
Aunque a priori podríamos juzgar de manera positiva la práctica de deporte, no sabemos a qué fin está sirviendo.
Las conductas aversivas
En este primer artículo, intentando buscar una respuesta al ¨para qué¨ de las conductas que realizamos, hablaremos de las conductas que se encuentran bajo un control aversivo.
Se trata de aquellas conductas que realizamos para evitar sentir algo desagradable o una consecuencia no deseada.
Siguiendo con el ejemplo de la persona que practica deporte a diario, si lo hace para evitar sentirse mal o para evitar el miedo que le produce la posibilidad de enfermar, entonces estará haciendo algo que, si bien tiene consecuencias positivas, se encuentra controlado por el miedo o la preocupación.
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Las consecuencias de las conductas aversivas
Este tipo de conductas nos alejan de aquello que es importante en nuestra vida. Si muchas de nuestras conductas se dirigen a evitar aquello que tememos que ocurra, no estaremos dejando suficiente lugar para aquellas actividades que nos generan placer por el simple hecho de hacerlas.
En este último caso estaríamos hablando de las conductas bajo control apetitivo, sobre las cuales hablaremos en el siguiente artículo.
Por otro lado, como las conductas bajo un control aversivo se mantienen por el miedo o preocupación a que ocurra aquello que tememos, si tal preocupación desaparece, desaparece la motivación por realizar la conducta.
Por ejemplo, una persona que decide dejar de fumar porque a un amigo o conocido le han diagnosticado cáncer de pulmón, en cuanto ese miedo o preocupación disminuya, es probable que retome su hábito de consumo de tabaco.
A modo de reflexión, me gustaría que te hagas la siguiente pregunta, ¿Cuánto de lo que haces en tu día a día se encuentra bajo un control aversivo?