La Comunicación No Violenta:
Construyendo Puentes de Empatía y Comprensión
Desarrollada por el psicólogo clínico Marshall Rosenberg en la década de 1960, la Comunicación No Violenta se basa en el principio fundamental de que todas las personas tienen necesidades universales que buscan satisfacer. Estas necesidades van desde las más básicas, como la alimentación y el refugio, hasta las emocionales, como la conexión interpersonal y el reconocimiento. La CNV propone que los conflictos surgen cuando estas necesidades no son reconocidas o no se satisfacen adecuadamente.
La forma en que nos comunicamos influye enormemente en nuestras interacciones cotidianas, tanto en el ámbito personal como profesional. En un mundo donde las diferencias y los conflictos son inevitables, la habilidad para comunicarnos de manera efectiva y compasiva se vuelve esencial.
El proceso de la Comunicación No Violenta
El proceso de la Comunicación No Violenta se divide en cuatro pasos.
- Observación: Consiste en describir objetivamente lo que está ocurriendo, sin juzgar ni interpretar. Es importante enfocarse en hechos concretos y evitar generalizaciones o etiquetas que puedan generar conflicto. Por ejemplo, en lugar de decir «Siempre llegas tarde», podríamos decir «Hoy has llegado 30 minutos después de la hora acordada».
- Sentimientos: Identificar y expresar los sentimientos que surgen en relación con la observación realizada. Reconocer nuestras emociones y comunicarlas de manera honesta y directa ayuda a establecer una conexión empática con los demás. Por ejemplo, podríamos expresar «Cuando llegas tarde, me siento frustrad@ y preocupad@».
- Necesidades: En este paso, se exploran las necesidades subyacentes que están contribuyendo a nuestros sentimientos. Reconocer nuestras necesidades y las de los demás nos permite encontrar soluciones que satisfagan a ambas partes. Por ejemplo, podríamos decir «Necesito que lleguemos a tiempo para poder aprovechar mejor nuestro tiempo junt@s y sentirme respetad@».
- Petición: Finalmente, se realiza una petición clara y específica que invite a la acción por parte del/la otr@. Es importante formular la petición de manera positiva y constructiva, evitando exigencias o demandas que puedan generar resistencia. Por ejemplo, podríamos decir «¿Estarías dispuest@ a planificar nuestra llegada con suficiente anticipación para evitar retrasos en el futuro?».
La Comunicación No Violenta nos invita a cultivar la empatía y la compasión en nuestras interacciones diarias, reconociendo la humanidad compartida que nos une a tod@s. Al adoptar este enfoque, podemos transformar los conflictos en oportunidades de crecimiento personal y en relaciones más saludables.